Padre del teatro español

La vida es sueño

Los cuatro dramaturgos más importantes del período renacentista o barroco del teatro español son Lope de Vega (1562-1635), Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), Tirso de Molina (c. 1571-1648) y Juan Ruiz de Alarcón (c. 1581-1639). Los cuatro dramaturgos destacan por su tensión dramática. Calderón ofrece las imágenes poéticas más atrevidas, aunque a veces altisonantes y rebuscadas, siendo Lope de Vega el más prosaico y casero, pero los personajes dramáticos muestran una elocución clara y la estructura de la obra es ajustada y bien organizada. Alarcón y Molina se sitúan entre ambos en cuanto a la elevación del estilo poético. En las obras de Alarcón, los personajes principales son a menudo elocuentes y la acción imaginativa, aunque en ciertos momentos puede ralentizarse demasiado de forma forzada. En las obras del Renacimiento español, el padre, el hijo y la hija aparecen más a menudo como personajes dramáticos que la madre (Hayes, 1967 p 18). La preocupación familiar de la hija suele ser asumida por la dueña.

«Fue la falta de una metrópoli lo que había contribuido a privar a los italianos de un drama digno de su supremacía intelectual a principios del Renacimiento y fue la elección de Madrid como capital lo que hizo posible el repentino florecimiento de la literatura dramática española» (Matthews, 1904 p 165).

Teatro del Renacimiento

Los alumnos del curso de Introducción al Teatro Español de la profesora Regina Galasso querían hacer algo único para su proyecto final. Al fin y al cabo, han pasado la mitad del año estudiando obras de teatro españolas, analizando obras literarias desde el siglo XII hasta el siglo XIX.

Así que, al final del semestre pasado, nueve de los alumnos de Galasso decidieron representar una de las obras que leyeron en clase escribiendo una interpretación actual de Las aceitunas de Lope de Rueda.

En el original de Las aceitunas, un agricultor (el padre), su mujer y su hija discuten sobre el precio de las aceitunas: ¿a cuánto deberían venderse? La hija se siente dividida entre ambos padres. Un vecino escucha la pelea de la familia y resuelve la disputa, decidiendo que no había nada por lo que pelear, sobre todo porque las aceitunas (plantadas) aún no han crecido. Así, todos se pelean por algo que no existe.

«Realmente hemos estado estudiando obras de teatro españolas anteriores al siglo XIX, y Las aceitunas representa la obra clásica del teatro del Siglo de Oro español», dijo Galasso, que imparte el curso íntegramente en español.

Historia del teatro

«¡Hijo de p…!» Una exclamación de sorpresa, grosera pero cariñosa, es una de las primeras líneas de diálogo de la breve y anónima novela española Lazarillo de Tormes. Publicado en 1554, el Lazarillo de Tormes no es siempre un texto sutil. Sin embargo, esta maldición en particular merece un poco más de atención por el personaje cuya voz escuchamos: un «hombre moreno» o esclavo subsahariano. El narrador lo llama Zaide.

Considerado como el origen de la novela picaresca -un género de relatos satíricos centrados en las aventuras de un héroe pícaro de baja condición social-, el Lazarillo de Tormes es una obra canónica de la literatura. En ella, Lazarillo, un niño salmantino que crece sin su padre biológico, es acogido por un astuto mendigo ciego a petición de su madre. Zaide, un esclavo que trabaja en los establos, es el padrastro de Lazarillo. Amante de Antona, la madre de Lazarillo, Zaide es también el padre de su segundo hijo, el hermanastro de Lázaro.

Los lectores y los estudiosos han guardado bastante silencio sobre Zaide, mientras que otros personajes como un mendigo ciego, un cura glotón o un noble empobrecido han entrado en la imagen popular de la sociedad española de la Edad Moderna.  Al igual que su mera presencia, las palabras del esclavo negro pueden sorprender a los lectores en un primer momento. Entonces, ¿cómo encajan estas palabras en una obra canónica de las letras del Siglo de Oro español?

Autos sacramentales

Calderón de la Barca nació en Madrid, donde pasó la mayor parte de su vida. Nació en un barco en el río Manzanares, de ahí el nombre «de la Barca» añadido al apellido de su padre. Durante su vida, sirvió como soldado y fue sacerdote católico romano. Nacido cuando el teatro del Siglo de Oro español estaba siendo definido por Lope de Vega, lo desarrolló aún más, considerándose su obra como la culminación del teatro barroco español. Como tal, se le considera uno de los dramaturgos más importantes de España y uno de los mejores dramaturgos de la literatura mundial[a].

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Sin embargo, también tenían un hermano natural, Francisco, que se escondió bajo el apellido de «González» y fue expulsado de la casa paterna por don Diego, aunque dejó escrito en 1615 que se le reconociera como legítimo a no ser que se hubiera casado «con aquella mujer con la que trató de casarse», en cuyo caso sería desheredado[14] Calderón se educó en el colegio de los jesuitas de Madrid, el Colegio Imperial,[2] con vistas a tomar las órdenes; pero en su lugar, estudió derecho en Salamanca.