El teatro español anterior a 1939

Teatro español madrid

El Franquismo se refiere al control ideológico y político que ayudó a apoyar y sostener el gobierno de Francisco Franco durante casi medio siglo. Antes de la guerra civil española, el ambiente político de España era, en el mejor de los casos, tumultuoso. La agitación burocrática tras la abdicación del rey Alfonso XIII condujo a la disolución de una monarquía centenaria y a la formación de la Segunda República Española en 1931. Esta controvertida y efímera estructura política provocó una división entre sus miembros liberales y el creciente partido nacionalista. En 1936 estalló la guerra entre las facciones enfrentadas, que continuó durante los tres años siguientes y terminó con la instauración de Francisco Franco como jefe autoritario del nuevo Estado español. El régimen dictatorial de Franco duraría casi 39 años, marcados por la supresión sistemática de ideologías supuestamente iconoclastas y de expresiones artísticas disidentes.

A pesar de estos movimientos antagónicos, el teatro español bajo la Segunda República siguió cobrando importancia como herramienta política. Financiada directamente por el gobierno, la Universidad Teatral de la Barraca y grupos como las Misiones Pedagógicas trabajaron en iniciativas paralelas para educar al público, en concreto a los pobres de las zonas rurales, en el teatro clásico y contemporáneo. «Ambos proyectos eran ostensiblemente educativos», señala Dougherty, «pero también formaban parte de un movimiento más amplio, la creación de un Teatro Nacional que pretendía identificar el estado republicano con la larga y gloriosa tradición teatral española… El decreto oficial afirmaba que la expresión genuina del alma de España residía en su teatro popular» (591). Esta creciente coalescencia entre expresión artística y fervor nacionalista no haría sino intensificarse con el estallido de la Guerra Civil española.

Plaza de santa ana

Después de que Carlos, un niño de 12 años cuyo padre ha muerto en la Guerra Civil española, llega a un siniestro orfanato de niños, descubre que la escuela está encantada y tiene muchos secretos oscuros que debe descubrir.

Ambientada en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial, la historia sigue las aventuras de la carismática e intrépida Linda Radlett y su mejor amiga y prima Fanny Logan. Consumidas por el deseo de amor y matrimonio, cada una busca al marido ideal.

Surgida del horror de la Guerra Civil española, una candidata a la canonización es investigada por un periodista que descubre que su propio padre, distanciado de ella, tenía una profunda, oscura y devastadora conexión con la vida de la santa.

Contada en un estilo casi documental, esta pieza compañera de Olen utelias – Sininen (1968) trata temas como la sociedad de clases, la resistencia no violenta, el sexo, las relaciones y el turismo a la España franquista.

Un drama centrado en el romance entre Ernest Hemingway y la corresponsal en la Segunda Guerra Mundial Martha Gellhorn, inspiración de Hemingway para Por quién doblan las campanas y la única mujer que le pidió el divorcio al escritor.

Corral de la cruz

El siglo XVIII marcó también el establecimiento definitivo del Teatro del Príncipe, que contaba con su propio grupo de seguidores, los «chorizos», y mantenía una lucha constante con los «polacos», que preferían las representaciones del rival Teatro de la Cruz. Por entonces, Leandro Fernández de Moratín estrenó La comedia nueva en el Teatro del Príncipe. El 11 de julio de 1802, el teatro fue pasto de las llamas, reabriéndose cinco años después[3] con las últimas reformas supervisadas por el arquitecto Juan de Villanueva[4].

El edificio actual, de estilo neoclásico según proyecto de Román Guerrero, fue construido entre 1887 y 1895 bajo la dirección de Natalio Grueso. Frente al teatro se encuentra la Plaza de Santa Ana, construida tras el derribo de un monasterio carmelita del siglo XVI[5][6][5] En la fachada están grabados los nombres de célebres personalidades del teatro, entre ellos el de Federico García Lorca[7].

El antiguo Teatro del Príncipe, o Corral del Príncipe, era un teatro de zarzuelas adquirido por la Cofradía de la Pasión y de la Soledad el 9 de febrero de 1580[8] A finales de ese año, el Corral de la Pacheca fue adquirido por la misma cofradía, que también compró otros dos edificios a Álava de Ibarra, médico de Felipe II, y otro vendido por don Rodrigo de Herrera. Se construyó a partir del 7 de mayo de 1582, inaugurándose el 21 de septiembre del año siguiente con una obra de Vázquez y Juan de Ávila[8].

Estatua de Lorca madrid

Los parámetros medievales seguirán siendo la clave del teatro español hasta que en el siglo XVI se inicie un proceso de modernización que dará lugar a la creación de un nuevo género: la nueva comedia del siglo XVII. El siglo XVI es, por tanto, un momento de búsqueda y convivencia de varias tendencias: el drama religioso (con autores como Gil Vicente); el clasicismo (con Juan de la Cueva); los italianistas (con Juan del Encina y Bartolomé Torres Naharro) y la tradición nacionalista (con Juan de la Cueva). La obra más importante del periodo es La Celestina de Fernando de Rojas. En realidad, se trata de una comedia humanista, escrita para ser leída y no representada. Es una obra excepcional, un magnífico retrato de la época y un modelo de la literatura posterior. Es, sin embargo, una obra de estructura dramática tan complicada (unos 20 actos) que no pudo representarse en su época y que sigue teniendo grandes dificultades para su puesta en escena.

El siglo XVII es llamado el Siglo de Oro para el teatro en España. Es un momento excepcional por las circunstancias sociales y políticas. La representación pública se convierte en el eje de la moral y la estética. La apariencia externa se convierte en fundamental. El mundo es un gran teatro y el teatro es el arte más adecuado para representar la vida. Se crean los primeros teatros (llamados «corralas»). Eran gestionados por «hermandades» (especie de gremios) verdaderos precedentes de las modernas empresas teatrales.