Teatro liceo de barcelona

Gran teatre del liceu

El Gran Teatre del Liceu se remonta a 1837, cuando a instancias de Manuel Gibert, un batallón de la Milicia Nacional formó en el monasterio en desuso de Montsió (actual Portal del Ángel) el núcleo institucional del futuro Teatre: una sociedad dramática de aficionados dedicados a las artes escénicas. El primer espectáculo se estrenó el 21 de agosto de 1837: El marido de mi mujer, de Ventura de la Vega, un número de baile y un sketch.

En 1838, los socios decidieron dar un paso más en el proyecto y añadir una orientación docente destinada a competir con el Conservatorio de Música y Declamación María Cristina de Madrid; así surgió el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés para promover la enseñanza del teatro y la música. Ese mismo año se obtuvo el permiso para añadir el nombre de la reina Isabel II: Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de S. M. la Reina Isabel II. El Liceo estaba formado por sus accionistas, los contribuyentes o abonados a sus temporadas teatrales y sus alumnos académicos, que recibían su formación a cambio de ofrecer gratuitamente representaciones escénicas. En 1844, el socio de Joaquim de Gispert i d’Anglí recibió el encargo de buscar un nuevo emplazamiento para construir un edificio que albergara una cátedra y un teatro e idear la fórmula de financiación del proyecto. El espacio elegido fue el antiguo monasterio de los Trinitarios, en la Rambla. El edificio fue adquirido formalmente el 9 de junio de 1844 en condiciones financieras muy favorables para el Liceu.

Teatro barcelona

Uno de los teatros de ópera más famosos de España, el Liceo, está situado en el centro histórico de Barcelona, en La Rambla. Está considerado uno de los mejores de Europa, por su escenario han pasado las voces de las estrellas mundiales, y para algunos fue el primer paso a la fama mundial. El Gran Teatro Liceo acogió a Fyodor Chaliapin como Godunov y las famosas Estaciones Rusas de Diaghilev. El destino del edificio no ha sido fácil, pero sigue siendo uno de los más lujosos en sus interiores y equipados en mecánica teatral.

La ciudad de Barcelona no tuvo casi nada que ver con la construcción del edificio. La construcción se llevó a cabo con fondos privados de mecenas. Diseñado por el arquitecto Miguel Garriga y Roca, el edificio se construyó en forma de herradura, con una superficie de 360 m² y capacidad para 2.292 personas. La fachada es de estilo pseudorrenacentista, con columnas características, ventanas y puertas arqueadas.

En otras ciudades europeas, los monarcas han sido los principales mecenas de la construcción y el mantenimiento de los teatros de ópera, pero éste no fue el caso de Barcelona. La construcción fue patrocinada por accionistas privados, por lo que no hay palco real en el teatro.

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Sin embargo, en el Liceu el drama no se limita a las tablas. Su historia está llena de tragedias y resurgimientos. Dos años después de que se encendiera la llama olímpica en Barcelona, el fuego volvió a apoderarse de la ciudad, pero esta vez de la peor manera posible. El 31 de enero de 1994, un incendio destruyó el auditorio y el escenario.

No era la primera vez que este símbolo de Barcelona ardía en llamas. Un incendio en 1861 lo arrasó casi por completo y el teatro fue escenario de un atentado anarquista en 1893, cuando una bomba explotó en el escenario en plena representación, dejando 22 muertos y 35 heridos.

Afortunadamente, el edificio sobrevivió. El Liceu actual es una fiel reproducción del anterior, pero se ha ampliado y se han introducido numerosas mejoras técnicas. Entrar en su vestíbulo principal es como retroceder al siglo XIX. Una gran escalera de mármol de estilo neoclásico conduce al primer piso, donde se encuentra el Salón de los Espejos, una hermosa sala que conserva la atmósfera del antiguo teatro.

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Inaugurado en 1847 en la Rambla, en el corazón de Barcelona, el Gran Teatre del Liceu está considerado uno de los centros de ópera más importantes del mundo. A pesar de haber sufrido dos graves incendios, el edificio conserva su fachada original, obra del arquitecto Josep Oriol Mestres, mientras que su interior es el resultado de minuciosos trabajos de restauración y reconstrucción. Su sala de conciertos ha acogido actuaciones de algunos de los principales referentes mundiales de la ópera, el ballet y la música sinfónica.

Los orígenes del teatro se remontan al año 1837, cuando un grupo de oficiales de la Milicia Nacional (entidad militar formada por civiles de ideología liberal) decidió crear una asociación que pretendía fomentar el canto y la música mediante clases y conciertos. Conocida como Liceo Filodramático Barcelonés, la asociación tenía su sede en el antiguo convento de Montsió, antiguamente ocupado por monjas dominicas, pero en poco tiempo surgió la necesidad de construir un local más amplio y moderno.

Para llevar a cabo el proyecto, los responsables del Liceo contaron con el apoyo de destacadas personalidades burguesas, que querían dotar a Barcelona de un auditorio que compitiera con los de las grandes capitales europeas.